martes, 15 de mayo de 2012

El dilema de una gota


Siempre me pregunté qué le pasa a una gota de lluvia cuando cae... sería imposible saber si desde ese instante en que comienzan a morir desde el cielo sienten pánico o, por el contrario, sienten la libertad misma en su estado más puro porque, si una gota no siente libertad, entonces ¿quién podría sentirla?.

Una gota es un mundo, miles de pequeños mundos volando desde tan alto, que por más que alce la mirada jamás lo descubriría, volando a encontrarse con el suelo, con las hojas de los árboles… elijo una y la sigo con la mirada, es todo lo que puedo hacer desde mi humilde puesto de observador detrás de mi ventana. Sólo un instante, pero en ese instante sobresale de las demás; abarrotadas en el aire y de seguro peleando entre ellas para tocar el suelo, la tierra, para acariciar las hojas… porque una gota también tiene ambiciones… y una gota puede sentir libertad o miedo… entonces quizás caigan resignadas, o intenten dejar huella estrellándose fuerte contra el suelo.

Para una gota la vida es corta, pero intensa y tal vez sean más sabias que nosotros y sepan que no importa cuánto tiempo vivas, sino con qué intensidad lo hagas. De pronto, veo una bajar por el marco de mi ventana, abriéndose paso hacia el suelo… tal vez en un brote de rebeldía intentó buscar su propio destino antes de resignarse a morir como las demás, o quizás quiera resguardarse de la masacre que se libra allí afuera. Abro la ventana y por un momento todas me hablan, apenas las entiendo, las escucho quejarse… o reírse.. no lo sé. Me vuelvo hacia esa gota y la tomo entre mis dedos, la pongo a salvo del frio y cierro la ventana. Esta inmóvil sobre el dedo índice de mi mano derecha, quizás porque entiende que ya no necesita moverse.

Pienso cuantas cosas tengo para mostrarle, cosas que en esa corta vida le serían imposibles de conocer, pero no me entendería… o tal vez yo no la entienda a ella y sea ella justamente quien tenga un mundo nuevo por mostrarme… ahora me planteo si fue bueno sacarla de allí, porque después de todo como podría yo saber qué es lo mejor para ella, no la entiendo pero en este breve instante siento que he llegado a quererla y voy a dejarla libre de mis dudas… y como no la entiendo voy a asumir que amaría lo que es más importante para mí: La libertad misma